1 de marzo de 2007

El mes más largo de mi vida

Hoy de nuevo me siento triste.

Hoy hace un mes real que él salió de mi vida, aunque no de mi corazón, sé que aún no ha pasado el tiempo suficiente para que salga de ahí.

Un mes en el que han pasado conciertos, un nuevo año que ha comenzado para mí, un proyecto que empieza a ver la luz, cosas cotidianas que no he podido compartir con él.

Un mes que ha sido como un año entero.

Mensajes que no se reciben, teléfonos que no suenan, y una diminuta flama que erróneamente me da la esperanza de volver, y que afortunadamente cada día que pasa se apaga un poco.

Hasta hace algunos días, aún no había comprendido abiertamente el final de todo aquello, ni siquiera con mi mejor amiga. Ahora, días más tarde, lo veo irreal, como si hubiera pasado en otra vida, o a otra persona. Y no termino de creerlo.

Ya no me levanto triste, ya no pienso en él cada minuto del día, ya no me pregunto continuamente si estará bien, porque no me dejo a mi misma, porque me obligo a no hacerlo.

Porque quiero que esto pase.

Sin embargo, cada vez que el domingo aparece siempre quedaba el pensamiento en mi interior que puede ser él, y cada vez que paso por su casa me imagino una historia...y luego pienso, no, ya no.

No ha sido mi primera relación, ni tampoco la más larga, de hecho si en cuanto a tiempo, pero puedo decir que si es aquella cuyo final más me ha marcado, por lo inesperado de la decisión y por la inesperada situación.

Trastorna mucho cuando un día estás arriba, y en menos de veinticuatro horas ya no lo estás.

Hasta hoy ha sido la relación más especial de mi vida, en la que he vivido con más ilusión y más esperanza hasta el más mínimo instante. La que me ha devuelto la sonrisa tras unos momentos bastante malos, la que me ha hecho creer en mis capacidades, la que me ha dado otra forma de ver el mundo y la que me dio el coraje, energía y fuerza de continuar en alto

Y aunque ahora no estemos juntos, y quizá ya no lo estemos nunca, y aunque me cueste mucho entender porqué permití hacerme tanto daño, nunca podré reprocharle nada, porque mientras duró, siempre fui “feliz”...y nunca hizo que me arrepintiera de haberle conocido.

Es por eso que duele tanto.